A nivel mundial, se desperdician o pierden alrededor de un tercio de los alimentos que se producen. El desperdicio alimentario contribuye a agravar el problema del hambre en el mundo, la sobreexplotación de los recursos naturales y el cambio climático.
Según un Informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los hogares de todos los continentes desperdiciaron el equivalente a más de 1.000 millones de comidas cada día durante 2022, mientras 783 millones de personas padecían hambre y un tercio de la humanidad atravesaba una situación de inseguridad alimentaria.
Una campaña de
1000
Beneficiarios directos
Aquellas personas que de forma natural han sido beneficiadas por las acciones desarrolladas en la campaña.
5000
Beneficiarios indirectos
Aquellas personas identificables que reciben un efecto potencial de las acciones desarrolladas en la campaña.
El problema del desperdicio de alimentos no solo tiene implicaciones sociales y económicas, sino también medioambientales. El desperdicio alimentario global lleva implícitas unas emisiones de gases de efecto invernadero de 3,3 gigatoneladas equivalentes de CO2; si el desperdicio alimentario fuera un país, sería el tercer mayor emisor de GEI del mundo. Esto representa entre el 8 y el 10% de todas las emisiones de GEI en el mundo. Además, se desperdician otros recursos naturales limitados como agua y tierras de cultivo.
Durante estos últimos 6 años hemos desarrollado actividades de sensibilización en centros educativos y son muchos los que quieren dar el paso de apostar por acciones que favorezcan la reducción del desperdicio alimentario que se produce en sus comedores.
Cada vez son más los centros educativos que cuentan con procesos de enseñanza aprendizaje con una perspectiva ambiental, cuyo desarrollo tiene repercusiones globales, se desarrolla con procesos participativos y democráticos y se insertan en compromisos y proyectos más ambiciosos como Agenda 21 y Agenda 2030.
Enraíza Derechos (web)
El proyecto pretende promover desde la infancia la toma de conciencia sobre la problemática del desperdicio alimentario y sus consecuencias medioambientales, sociales y económicas, promoviendo patrones de consumo más sostenibles y responsables. También se pretende implicar al conjunto de la comunidad educativa en la transformación de los centros educativos hacia espacios más sostenibles, elaborando diagnósticos y un plan específico para cada uno de ellos en función del análisis hecho previamente.
El proyecto incorpora tres componentes interrelacionados:
Estas tres fases se pueden desarrollar en un curso escolar completo o en el tiempo que cada centro programa dentro de su plan anual. A los centros se les ofrece la posibilidad de participar en la propuesta completa o sólo en la fase de sensibilización, por lo que el nivel de intensidad de trabajo en cada centro puede variar.
1.000 personas que son alumnado de diferentes centros educativos serán los beneficiarios directos de este proyecto, también se beneficiaran las 5.000 personas del resto de comunidad educativa: familias y personal no docente.